......reflexiones y desvaríos de un desarrollador de software..........

10 octubre 2006

Para entrar a vivir

Hipotecas a 50 años, pisos de protección oficial que solo te tocan si eres primo de un sobrino de un amigo del alcalde, viviendas de 50m2 completamente para reformar por la nada desdeñable cifra de 210.000€ (35 millones de pesetas “de las de antes”), escrituras (impuestos), comerciales inmobiliarios con sus compradores fantasma y sus “coleguismos” pueriles, propietarios que se echan atrás en el último momento, propietarios con el síndrome de “Rey Midas” que se conoce como el trastorno psicológico sufrido por el individuo el cual sufre alucinaciones pensando que todo lo que toca o posee es de oro, como por ejemplo, moquetas de oro, lámparas antiguas de oro, paredes con grietas de oro, agujeros infestados de cucarachas de oro….. y que además pide la luna llena a cambio de lo que para su mente enferma, son posesiones de lujo.

Con todo esto es con lo que una persona que pretenda adquirir una vivienda se puede encontrar en el camino, ya menos que tenga mucha suerte, a buen seguro que lo hará. Yo personalmente no tengo mucha suerte, así que me estoy encontrando con todas ellas, y las que me temo, aun quedan por descubrir.
Ups! Se me olvidaba deciros….. ¡voy a intentar comprar un piso! La compañera de aventura que me acompaña en tan complicada misión, como era de esperar, es mi novia, mi mayor apoyo, solo espero que no se arrepienta.
Quisiera matizar la frase, “voy a intentar comprar un piso”. Bien, en la misma podemos apreciar en primer lugar la palabra “intentar” antes del verbo “comprar”, la cual define claramente que mi intención es la de “comprar” pero por los impedimentos y despropósitos con los que me voy encontrando (primer párrafo), tal vez no consiga mi objetivo. Supongo que al final, después de mucho sufrimiento, lo conseguiremos. Continuando con el análisis de la frase, también quiero dejar claro que el hecho de comprar un piso, no conlleva obligatoriamente la necesidad de abandonar el lecho materno. Yo no estoy preparado para vivir en un piso, ni tan siquiera con mi novia la cual se basta y se sobra para alimentarse, vestirse y asearse adecuadamente. A mí aún me lo hace todo mi madre, es como si conserváramos un cordón umbilical virtual del que aún me nutro. Puedo despiezarte un PC y volverlo a montar en una hora, pero no me pidas que ponga una lavadora, no porque me considere tonto, es porque simplemente nunca lo he hecho. Y no es algo de lo que me enorgullezca, pero tampoco me avergüenzo porque es debido a la supermadre que tengo, la cual da todo lo que puede por sus hijos, que son 4, ni más ni menos, ¡santa mujer!. Por ejemplo, en mi casa siempre se ha dado el extraño fenómeno paranormal de que cuando dejas la ropa sucia en el montón, misteriosamente, al de unos días aparece limpia, planchada y oliendo a flores en sus respectivos cajones. Hasta hace poco, ni me había parado a pensar en el trabajo que hay detrás de este “milagro”, que tampoco lo es como tal, sino el esfuerzo de mi trabajadora madre. Por todo ello, aún no me planteo el dejar el que todavía es mi hogar.

Lo veo más bien como una inversión, bueno tampoco, como una hucha. Me refiero a que no pretendo ganar dinero, sino más bien “no gastarlo”, ahorrar, y prepararme para el futuro, porque tal y como pintan las cosas, esto no parece que vaya a mejorar. El tiempo dirá si me equivoco.

La búsqueda de vivienda, es una actividad agotadora, llena de desilusiones, sustos, frustración e impotencia en muchos casos. A los problemas que describo en el primer párrafo deberíamos añadirle algunos más, y yo no estaba preparado para todos. Hemos visto aproximadamente una veintena de pisos, y de momento solo nos convenció definitivamente uno de ellos, pero ayer nos llamaron para decirnos que los dueños han decidido no venderlo aún, y esperar un año y medio o más. Y así, un despropósito tras otro, un piso tras otro. Ahora estoy un poco arto y desmotivado, la verdad, pero no tiro la toalla. Aunque si que voy a tratar de llevarlo con más calma, porque sino, toda esta mierda puede acabar con uno.

“Para entrar a vivir”, frase comodín en todo anuncio inmobiliario que se precie. El puente del pueblo también podría calificarse como una vivienda “para entrar a vivir” si no te importa dormir en el suelo junto a las ranas, además de ser un sitio soleado y bien ventilado. Para entrar a vivir se necesitan muchas cosas además de unas paredes, incluso se necesita mucho más que unos bienes materiales si me apuráis. Para entrar a vivir se necesitan conocimientos, aptitudes, costumbres y un par de huevos (u ovarios en su defecto). Para entrar a vivir necesitamos unos precios de vivienda justos. Para entrar a vivir se necesita explotar esta maldita burbuja. Para entrar a vivir se necesita que acabe, de una puta vez, esta locura inmobiliaria contagiosa que hace a la gente pedir por un piso 70 millones de las antiguas pesetas (no lo pongo en euros, porque desde que esta moneda se instauró no he concebido tal cantidad de dinero). En definitiva, para entrar a vivir se necesitan muchas cosas, y no basta con añadir la frase en un anuncio.

Salu2.Tr0Y

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dice...

Con lo jodido que estas, es normal que tu psicologo te halla recetado estos pequeños desaires autobiográficos. Es normal por el peligro que corren todos los que te rodean, pobres individuos que no merecen soportar ni tus felipes magnéticos, ni tus pedos lacrimógenos. Asi y todo, comparto tu articulo y te animo a que continues asi.
Un saludo

27 octubre, 2006 13:24

 
Blogger Tr0Y dice...

Agradezco tu apoyo. Lo de los felipes mágneticos y pedos lacrimógenos no se puede demostrar desde un blog....pero debo admitir que es cierto.

Espero verte por aqui de vez en cuando, siempre eres bienvenido.

Salu2.Tr0Y

28 noviembre, 2006 21:32

 

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