......reflexiones y desvaríos de un desarrollador de software..........

07 noviembre 2006

Madrid, Madrid, Madriiiiiiiiiid (Primera parte)

Hacer las maletas, ir al curro y nada más salir, está esperándote un taxi para llevarte al aeropuerto a reunirte con cuatro amigos y viajar hasta Madrid, a visitar a otro amigo que trabaja allí y pasar el fin de semana….¿podría haber un plan mejor?, ¿No? Entonces soy un tipo con suerte, porque os estoy describiendo uno de mis pasados días.

Hay tantas cosas para contar que no sé ni por donde empezar. Sin duda Madrid es una ciudad en la que te puedes encontrar de todo, supongo que debido a su diversidad y magnificación, pero no podría haberme imaginado nunca la cantidad de anécdotas o incidentes que nos han podido pasar, no todos buenos, pero ninguno lo suficientemente malo como para que ahora no pueda echar la mirada atrás y reír.

Después de un vuelo tranquilo, y regocijarnos al pensar en lo bien que se viaja en avión, cogimos un taxi dirección Plaza Legazpi, donde se ubicaba nuestro Hostal. El Hostal Conchita, para el niño y la niña (bueno esto último lo he añadido yo), un pequeño agujero con cero lujos. Solo necesitábamos higiene y una cama en la que tirar nuestros cuerpos en coma tras una noche de batalla. Y cumplió nuestras expectativas las cuales eran modestas, pero por el precio que nos cobraban, íbamos temiendo tener que luchar contra algún insecto gigante para poder hacer uso de nuestras camas. Afortunadamente lo más parecido a un animal que hubo por allí, éramos nosotros mismos.

Tras un emotivo reencuentro con nuestro amiguete, este nos llevó hasta el piso que comparte con otras tres personas. Un argentino sin acento, no por que no lo tuviera, que no lo sé, solo que no pudimos comprobarlo porque se pasó el fin de semana metido en su habitación mientras nosotros armábamos bronca en el salón, y cuando salía (solo para mear) no decía nada como “callaos de una puta vez”, o “che boludo me cagaste”. Una portuguesa, a la cual no tuve ocasión de ver, porque al contrario del argentino sin acento, esta no entraba en casa. Y por último, el más sociable de los tres “el Fichaje”, como se hacía llamar, un fuera de serie amante de la tecnología, internet, los videojuegos, y del “Aleti” como Torrente. Entenderéis porque me calló tan bien. Al margen de los compañeros de piso, también vinieron dos amigos más, cada cual más majo. La verdad es que en general, estuvimos muy a gusto con todos ellos. Como en casa.

Una vez nos hicimos con el control de aquella casa, entre partidas de Pro Evolution Soccer, cervezas y risas, nos dieron las tantas, y aquello ya no tenía pinta de parar. Salimos por la zona de Huertas, que se parece bastante a la fiesta tal y como la conocemos en Bilbao, para ir aclimatándonos. En general me lo pasé bastante bien, aunque sacando unas cuantas conclusiones.
Lo primero, lo jodidamente caro que es salir de copas por Madrid. En muchos de los pubs hay que pagar entrada, aunque en la mayoría de estos te dan una consumición con ella, pero esto no alivia, porque si quieres tomar otra tienes que soltar una media de 9€ por copa. Además de ser caro, es de la peor calidad, garrafón y en vaso de tubo. Yo suelo pedir cubata de Brugal, y lo que allí me sacaron sabía a cualquier cosa menos a Brugal, si me dicen que es pis de gato me lo creo. Eso si, te llenaban el vaso hasta mas de la mitad de ese maldito líquido sacado de la vejiga de algún felino moribundo, así que tenía que pasar un rato largo hasta atreverte a pedir el siguiente, porque cada uno te pegaba un viaje que me río yo de Curro.
Por otro lado, es que la fiesta madrileña está muy bien, pero como la de Bilbao no hay. No quiero pecar de chovinista, pero la verdad es que aún no he estado en ningún sitio en el cual, sin ser fiestas del lugar, haya mejor farra que en Bilbao. Y eso que en Madrid estuve con madrileños que se conocen el lugar y supieron llevarnos por los mejores sitios en cada momento de la noche. Bueno, algo que no tenemos en Bilbao son la cantidad de mujeres, que…ejem…bueno en fin….si eso….señoras….¡putas vamos! que hay por la calle cuando pasan las 5 de la mañana. No es que haya una zona, ¡están por todos lados! Esto fue algo que me llamó mucho la atención también.
De todas formas no me extraña tal cantidad profesionales del amor, porque al igual que pasa con los taxis o “tekis” como allí los llaman en el argot callejero (oh yeah!), debe haber mucha demanda. ¿Y porque digo esto? Pues porque uno de mis colegas que no tiene novia, intentó establecer contacto con el sexo opuesto (en contadas ocasiones la verdad. Nosotros estábamos a otras cosas), pero la respuesta fue negativa, que digo negativa, fue nula. No lo entiendo, incluso con técnicas de cortejo infalibles por estas tierras como el conocido “ven pa´ca cordera, prrrrrraa, prrrrrrraa, prrrrrrraa!!”, nada, no hubo manera. Será que no conocemos el procedimiento habitual de cortejo en Madrid.
También me di cuenta de que en muchos casos, la gente va a lo suyo, y si necesitan pisarte para obtener beneficio, te pisan dos veces por si acaso, en mayor medida si eres de fuera y si encima estás borracho las probabilidades se multiplican. Nos topamos con taxistas con el síndrome de “guía turístico”, a los cuales les gusta hacerte una visita guiada por todo Madrid aunque tu destino esté a dos manzanas. Pero el que se llevó la palma, fue el camarero enrollado, que mientras te tomas tu copa te va sugiriendo todo tipo de tapas como -“¿unos boquerones chavales?” -“claro, que tío mas enrollado” – “¿Y ahora unas croquetillas?”- “De puta madre!” - sonreíamos ignorantes. –“Venga, que os relleno los vasos”-“Así da gusto hombre, por cierto, ¿cuanto es?”-“42 euros” - responde el cabronazo.
Imaginaros nuestras caras, una mezcla de incredulidad, impotencia, mala ostia, con una noche de cubatas de pis de gato a nuestras espaldas, y las bocas aún llenas de croquetas, boquerones y tortilla. Pagamos lo que nos pidió, y acto seguido le pedimos la hoja de reclamaciones, pero el cabrón no nos la quiso dar, y encima llamó a la policía, así que tuvimos que salir por patas como si fuéramos los agresores en lugar de las víctimas, porque una cosa teníamos clara, si entra la policía al local y ve un grupo de cuatro jóvenes borrachos discutir con el camarero, las hostias nos las íbamos a llevar nosotros.

Para todo esto, y mucho más, da una noche en Madrid. Al día siguiente, después de estar en coma unas 5 horas nos fuimos a la zona del Bernabeu, para comer por allí, y de paso hacer algo de turismo que justificara nuestro viaje. Para seguir con la dieta de autodestrucción que comenzamos la noche anterior, nos metimos entre pecho y espalda unas buenas hamburguesas, las más grandes de la conocida cadena de comida basura en la que sentamos nuestros resacosos culos, y todo ello aderezado con patatas alioli y agua, de momento solo agua. El Bernabeu no esta mal, la verdad es que es inmenso, e imaginarte allí abajo jugando un partido con las gradas llenas de gente pone los pelos de punta. Eso si, no tiene arco. Después de esto, bastante tuvimos con arrastrar nuestros cuerpos de vuelta a el hostal.

El resto, en el siguiente post.....