......reflexiones y desvaríos de un desarrollador de software..........

16 noviembre 2006

Comparaciones que odio...pero acepto

Para todos aquellos que algún día alabasteis mi manera de escribir está dedicada la presente entrada. Valoro de veras vuestro interés y buen hacer. Es un halago inmerecido frente al cual solo puedo ser agradecido, pero a la vez realista al mostraros vuestro equívoco. Aquí os dejo un post escrito por un grande. Fuckowsky. Leedlo, y después podréis volver a valorar.

Para mi esta lectura ha supuesto delicia y tortura a partes iguales. Una ver leído el texto sobra explicar lo primero, y lo segundo atiende a la imprudente comparación dada en mi cabeza entre sus letras y las mías, con la evidente e inevitable conclusión de que ni siquiera esta debería haberse producido. Grande Fuckowsky, grande.

Salu2.Tr0Y

07 noviembre 2006

Madrid, Madrid, Madriiiiiiiiiid (Segunda parte)

Continúa desde el post anterior....

Comienza a anochecer, y los gatos ya empiezan a volverse pardos (justo después de mear en las botellas de las discotecas). Volvemos al que ya es nuestro piso, y allí nos esperaban todos, dispuestos a armar guerra.
Al principio, aún te quedan restos de resaca, y es difícil volver a estar a punto. Lo mejor en esta situación es meterse una cerveza entre pecho y espalda. Un clavo con otro clavo se quita. Es casi milagroso, como la resurrección de Cristo. Y vuelta a empezar.
Una noche más tranquila esta, sin tantos excesos como la anterior, más turística. Esa noche queríamos conocer alguna discoteca grande, de esas en las que salen famosos grabados con cámaras ocultas mientras hacen cualquier cosa que no deberían estar haciendo, como por ejemplo el simple hecho de estar allí. Elegimos la discoteca “Capital”, no por nada en especial, pero nos quedaba más o menos cerca del Hostal. La entrada costaba 18€ con una consumición (de pis presumiblemente). Eso sí, para entrar tienes que caerle en gracia al típico portero toca-pelotas, y para esto son indispensables unos zapatos y una camisa, además de poner cara de capullo intentando aparentar ser un tipo molón que se merece estar ahí dentro. Tras todo este teatro absurdo, tal vez le des pena y te deje entrar. Y así es, lo tomas o lo dejas, se que es un abuso, que es denigrante, que va en contra de muchas de mis convicciones y de mi forma de ser, pero aquella noche quería entrar allí dentro, vivirlo. Una vez dentro la primera impresión es de gigantismo, como todo en Madrid. En las discotecas de Bilbao si hay guardarropa, es pequeño y con un dependiente, en Madrid hay dos y con dos dependientes. En Bilbao la música esta alta, en Madrid te da masajes cardíacos. En Bilbao las copas cuestan 6 euros, en Madrid 12. En Bilbao como mucho tienen 2 pisos y la misma música en los dos, en Madrid el caso que nos ocupa se compone de 7 pisos, nada menos.
En aquel antiguo Hotel reconvertido en Antro Pro Perversiones es fácil perderse, lo digo por experiencia, aunque en el estado que me encontraba aquella noche podría haberme perdido en el taxi de vuelta a casa. Los tres primeros pisos tienen la misma música, y a partir de ahí va cambiando a medida que vas subiendo plantas, hasta llegar a la última, que es una terraza al aire libre.
Un ambiente muy bueno, un poco elitista (pijo de cojones) para mi gusto, pero bastante bueno. La gente bailaba tranquilamente sin meterse con nadie, ni una mala mirada, ni un mal gesto, ni empujones ni nada parecido. La impresión que me queda es bastante buena, siempre pensando que mi hábitat natural no se correspondía demasiado con aquel lugar, pero siempre está bien cambiar y conocer sitios y ambientes diferentes.

Llegaron las 06.30 de la mañana y ya nos habían echado de aquel lugar, así que pusimos rumbo a casa, y de camino nos pasó una de las anécdotas más surrealistas de todo el viaje, y tal vez de toda mi vida.
No quiero dar muchos detalles de aquello, solo algunos datos, y vosotros atáis cabos. Mi primo y yo, delante de un quiosco de prensa y revistas, un quiosquero cincuentón, el ultimo numero de la revista FHM y en su portada la típica rubia de rigor, un silencio incómodo, unos ojos que parecen salirse de sus orbitas, una baba del tamaño de una estalactita, un chaleco de lana granate, una mancha, mi primo y yo estupefactos.
Si alguno quiere mas detalles que me lo pida por email o en los comentarios, pero os advierto que es muy fácil, pensad mal y acertaréis.

El día siguiente fue bastante parecido al anterior, pero un poco más triste al ver que el viaje apuntaba hacia su fin. Continuando con nuestro afán autodestructivo, comimos otra comida rica en calorías que se esta poniendo muy de moda, un Kebab, “el mejor Kebab de Madrid” se atrevió a afirmar el Fichaje. Y vuelta a la calle. Después de comernos tan sabroso bocado, subimos en taxi hasta la zona del Parque del Retiro, y nos lo cruzamos entero, llegando hasta el museo del Prado. Después entramos a ver el jardín botánico, que aunque no estaba especialmente bonito en esta época del año, la visita nos sirvió para darnos cuenta de lo ajetreada y “ruidosa” que es la vida en la gran ciudad. Aquello era un pequeño remanso de paz en medio de la selva de asfalto. Apenas se escuchaban los coches, atascos, escavadoras…Tanto es así, que pudimos ver a mucha gente relajándose, leyendo, paseando, o incluso durmiendo. Y la verdad es que nosotros también agradecimos aquel momento de calma, como cuando después de haber estado escuchando largo rato un ruido leve y continuo, pero del cual solo nos damos cuenta cuando este para, y pensamos para nosotros mismos “bufff, que alivio”.
Seguimos con nuestra ruta y aprovechamos para tomar unas cañas por la zona de Atocha, y también comer unas tapitas. Después pusimos rumbo al Hostal, para volver a reunirnos con nuestro coleguilla y empezar a darnos cuenta de que nos teníamos que ir marchando. El viaje prácticamente había terminado, al día siguiente debíamos trabajar y continuar con la que entonces nos pareció una mísera vida.

Pero no, aún quedaban emociones, y además fuertes. Una vez en el aeropuerto, después de hacer una mini competición basada en quien tenía la maleta mas pesada, y demás tonterías varias en la cola de facturación, nos encontramos a un tipo en el mostrador, al que bautizamos como “Velcros” (debido a lo grueso de sus patillas). Velcros nos soltó dos bonitas perlas, la primera…

-“No puedo poneros juntos porque no hay sitio. Os pondré en filas diferentes”
-“No problemo Velcros, somos gente sociable”

La segunda….

-“Y el avión sale con media hora de retraso”
-“Va, ¿que es media hora?.
-“Que tengan un buen vuelo”
-“ Bye Vel. Saluda al señor Wilkinson”

A las 22:30h aún estábamos en el avión, cagándonos en Velcros por dos motivos como perlas. El primero, el avión, de momento, ya salía con una hora de retraso. Y segundo, justo detrás nuestro había como 5 asientos libres todos juntos.
El capitán nos habla por megafonía, y por si la gente abordo aun no estaba lo suficientemente mosqueada, nos suelta…
-“Señores pasajeros, primero quisiera pedir disculpas en nombre de KKAir por el retraso en la salida del vuelvo, el cual ha sido debido a que parte de la tripulación no ha podido llegar a tiempo”
- “Pues de puta madre”- se oyó en el avión, proveniente de una personilla triste, cansada y amargada……o sea yo. Pero el capitán seguía sodomizándonos con sus comentarios.
-“Además, lamento informarles de que parece que hay una niebla muy densa en el aeropuerto de Bilbao, y no se puede aterrizar. Vamos a salir de Madrid y confiamos en que cuando lleguemos la situación haya mejorado. De lo contrario deberemos volver a Madrid. Que tengan un buen viaje”
Que tengan un buen viaje….si claro, no lo dude usted. Supongo que toda esa mierda la soltarán por protocolo, y de tanto decirla se le habrá quedado atascada en algún retículo neuronal del cerebro de tal forma que después de cada frase, lo suelte inconscientemente… “Juan, siento mucho lo de tu cáncer. Que tengas un buen viaje”, “Cariño, he encontrado mi viagra. Que tengas un buen viaje.”.
Llegando a Loiu, el panorama pintaba muy feo. No se veía el suelo, solo algunos picos. El avión sigue bajando, y continuamos sin ver nada por las ventanillas, el nerviosismo se palpa en el ambiente, mientras el avión sigue bajando y bajando, cuando de repente los motores comienza a sonar y funcionar a máxima potencia, se sigue sin ver nada, el morro del avión hace el amago de querer ir hacia arriba pero el Airbus es demasiado pesado para responder tan rápidamente, ahora solo se ve el blanco de la niebla mas densa que nunca he podido ver, pasan los dos segundos mas lentos de mi vida y por fin el avión retoma el vuelo ascendiendo hasta fuera de la bruma que nos impidió aterrizar. Primer intento de aterrizaje fallido.
En el avión todo eran caras largas. Unos por miedo, otros por pensar que volvíamos a Madrid, y otros como yo, una mezcla de ambos. Me consolaba mirar a las azafatas, las cuales no aparentaban tener miedo, y en mi opinión mientras estas no noten nada extraño puedes estar tranquilo, si las ves nerviosas o asustadas, prepárate a morir. De momento, las vi tranquilas, así que yo solo me centré en poder aterrizar e irme a la cama para poder madrugar al día siguiente.
Dimos una vuelta entera y comenzamos a bajar de nuevo. Otra vez lo mismo. La misma niebla, el mismo aeropuerto, segundo intento. Esta vez el avión tocó tierra a las 23:50h, unos 5 segundos antes de que pudiéramos ver la pista por la ventanilla. El aterrizaje fue muy violento, pero el piloto consiguió controlarlo y parar aquel maldito tren de la bruja con alas. Poco me faltó para besar el suelo al mas puro estilo papal.
En el aeropuerto me esperaba mi novia. Me dijo que fuimos solo tres los vuelos que habíamos podido aterrizar de todos los que llegaban esa misma noche a Loiu, el resto fue redireccionado a Vitoria, para después montar a los pasajeros en un autobús hasta Loiu… me sentí doblemente aliviado al pensar de la que nos libramos. Parece que al piloto después de todo, la verborrea protocolista no le había afectado en cuanto a pilotaje se refiere. O eso, o era de Bilbao y “tiró” el avión contra la pista encomendándose a la Virgen Begoña….¡con un par! Hogar, dulce hogar.



Salu2.Tr0Y

Madrid, Madrid, Madriiiiiiiiiid (Primera parte)

Hacer las maletas, ir al curro y nada más salir, está esperándote un taxi para llevarte al aeropuerto a reunirte con cuatro amigos y viajar hasta Madrid, a visitar a otro amigo que trabaja allí y pasar el fin de semana….¿podría haber un plan mejor?, ¿No? Entonces soy un tipo con suerte, porque os estoy describiendo uno de mis pasados días.

Hay tantas cosas para contar que no sé ni por donde empezar. Sin duda Madrid es una ciudad en la que te puedes encontrar de todo, supongo que debido a su diversidad y magnificación, pero no podría haberme imaginado nunca la cantidad de anécdotas o incidentes que nos han podido pasar, no todos buenos, pero ninguno lo suficientemente malo como para que ahora no pueda echar la mirada atrás y reír.

Después de un vuelo tranquilo, y regocijarnos al pensar en lo bien que se viaja en avión, cogimos un taxi dirección Plaza Legazpi, donde se ubicaba nuestro Hostal. El Hostal Conchita, para el niño y la niña (bueno esto último lo he añadido yo), un pequeño agujero con cero lujos. Solo necesitábamos higiene y una cama en la que tirar nuestros cuerpos en coma tras una noche de batalla. Y cumplió nuestras expectativas las cuales eran modestas, pero por el precio que nos cobraban, íbamos temiendo tener que luchar contra algún insecto gigante para poder hacer uso de nuestras camas. Afortunadamente lo más parecido a un animal que hubo por allí, éramos nosotros mismos.

Tras un emotivo reencuentro con nuestro amiguete, este nos llevó hasta el piso que comparte con otras tres personas. Un argentino sin acento, no por que no lo tuviera, que no lo sé, solo que no pudimos comprobarlo porque se pasó el fin de semana metido en su habitación mientras nosotros armábamos bronca en el salón, y cuando salía (solo para mear) no decía nada como “callaos de una puta vez”, o “che boludo me cagaste”. Una portuguesa, a la cual no tuve ocasión de ver, porque al contrario del argentino sin acento, esta no entraba en casa. Y por último, el más sociable de los tres “el Fichaje”, como se hacía llamar, un fuera de serie amante de la tecnología, internet, los videojuegos, y del “Aleti” como Torrente. Entenderéis porque me calló tan bien. Al margen de los compañeros de piso, también vinieron dos amigos más, cada cual más majo. La verdad es que en general, estuvimos muy a gusto con todos ellos. Como en casa.

Una vez nos hicimos con el control de aquella casa, entre partidas de Pro Evolution Soccer, cervezas y risas, nos dieron las tantas, y aquello ya no tenía pinta de parar. Salimos por la zona de Huertas, que se parece bastante a la fiesta tal y como la conocemos en Bilbao, para ir aclimatándonos. En general me lo pasé bastante bien, aunque sacando unas cuantas conclusiones.
Lo primero, lo jodidamente caro que es salir de copas por Madrid. En muchos de los pubs hay que pagar entrada, aunque en la mayoría de estos te dan una consumición con ella, pero esto no alivia, porque si quieres tomar otra tienes que soltar una media de 9€ por copa. Además de ser caro, es de la peor calidad, garrafón y en vaso de tubo. Yo suelo pedir cubata de Brugal, y lo que allí me sacaron sabía a cualquier cosa menos a Brugal, si me dicen que es pis de gato me lo creo. Eso si, te llenaban el vaso hasta mas de la mitad de ese maldito líquido sacado de la vejiga de algún felino moribundo, así que tenía que pasar un rato largo hasta atreverte a pedir el siguiente, porque cada uno te pegaba un viaje que me río yo de Curro.
Por otro lado, es que la fiesta madrileña está muy bien, pero como la de Bilbao no hay. No quiero pecar de chovinista, pero la verdad es que aún no he estado en ningún sitio en el cual, sin ser fiestas del lugar, haya mejor farra que en Bilbao. Y eso que en Madrid estuve con madrileños que se conocen el lugar y supieron llevarnos por los mejores sitios en cada momento de la noche. Bueno, algo que no tenemos en Bilbao son la cantidad de mujeres, que…ejem…bueno en fin….si eso….señoras….¡putas vamos! que hay por la calle cuando pasan las 5 de la mañana. No es que haya una zona, ¡están por todos lados! Esto fue algo que me llamó mucho la atención también.
De todas formas no me extraña tal cantidad profesionales del amor, porque al igual que pasa con los taxis o “tekis” como allí los llaman en el argot callejero (oh yeah!), debe haber mucha demanda. ¿Y porque digo esto? Pues porque uno de mis colegas que no tiene novia, intentó establecer contacto con el sexo opuesto (en contadas ocasiones la verdad. Nosotros estábamos a otras cosas), pero la respuesta fue negativa, que digo negativa, fue nula. No lo entiendo, incluso con técnicas de cortejo infalibles por estas tierras como el conocido “ven pa´ca cordera, prrrrrraa, prrrrrrraa, prrrrrrraa!!”, nada, no hubo manera. Será que no conocemos el procedimiento habitual de cortejo en Madrid.
También me di cuenta de que en muchos casos, la gente va a lo suyo, y si necesitan pisarte para obtener beneficio, te pisan dos veces por si acaso, en mayor medida si eres de fuera y si encima estás borracho las probabilidades se multiplican. Nos topamos con taxistas con el síndrome de “guía turístico”, a los cuales les gusta hacerte una visita guiada por todo Madrid aunque tu destino esté a dos manzanas. Pero el que se llevó la palma, fue el camarero enrollado, que mientras te tomas tu copa te va sugiriendo todo tipo de tapas como -“¿unos boquerones chavales?” -“claro, que tío mas enrollado” – “¿Y ahora unas croquetillas?”- “De puta madre!” - sonreíamos ignorantes. –“Venga, que os relleno los vasos”-“Así da gusto hombre, por cierto, ¿cuanto es?”-“42 euros” - responde el cabronazo.
Imaginaros nuestras caras, una mezcla de incredulidad, impotencia, mala ostia, con una noche de cubatas de pis de gato a nuestras espaldas, y las bocas aún llenas de croquetas, boquerones y tortilla. Pagamos lo que nos pidió, y acto seguido le pedimos la hoja de reclamaciones, pero el cabrón no nos la quiso dar, y encima llamó a la policía, así que tuvimos que salir por patas como si fuéramos los agresores en lugar de las víctimas, porque una cosa teníamos clara, si entra la policía al local y ve un grupo de cuatro jóvenes borrachos discutir con el camarero, las hostias nos las íbamos a llevar nosotros.

Para todo esto, y mucho más, da una noche en Madrid. Al día siguiente, después de estar en coma unas 5 horas nos fuimos a la zona del Bernabeu, para comer por allí, y de paso hacer algo de turismo que justificara nuestro viaje. Para seguir con la dieta de autodestrucción que comenzamos la noche anterior, nos metimos entre pecho y espalda unas buenas hamburguesas, las más grandes de la conocida cadena de comida basura en la que sentamos nuestros resacosos culos, y todo ello aderezado con patatas alioli y agua, de momento solo agua. El Bernabeu no esta mal, la verdad es que es inmenso, e imaginarte allí abajo jugando un partido con las gradas llenas de gente pone los pelos de punta. Eso si, no tiene arco. Después de esto, bastante tuvimos con arrastrar nuestros cuerpos de vuelta a el hostal.

El resto, en el siguiente post.....